sábado, 16 de abril de 2011

La Narrativa en la enseñanza de la Historia


En un plano estrictamente literario, el género narrativo es el que cuenta, dice, relata, refiere; por tanto es el medio ideal para dar a conocer la vida de una sociedad. Hay narradores con mayor habilidad que otros pero eso, no cambia la idea de reconocer que la narrativa permite transmitir hechos o sucesos acontecidos en la historia de una sociedad.

En la enseñanza de la historia el género narrativo siempre estará presente puesto que es la forma primera en que el ser humano se le da por contar algún hecho sobresaliente de su existencia.

Si hay un país que tiene verdaderas fuentes históricas para narrarse; ése es México. Desde tiempos inmemoriales, cuando nuestros antepasados quisieron explicarse  su mundo y su origen, surgieron los mitos, al mismo tiempo las epopeyas y las leyendas magnificaron acontecimientos históricos, todas éstas son manifestaciones del género narrativo. La leyenda de los volcanes además de historia es geografía, recordemos que una característica de las leyendas es el realismo, convirtiéndose en fuentes de investigación y puntos de referencia como sucede con La Iliada y la Odisea de Homero. La leyenda de la fundación de la Gran Tenochtitlan es una narrativa más que ejemplifica estas reflexiones.

Muchos sucesos históricos dieron lugar a los cuentos  en los cuales están latentes las tramas y datos históricos de la vida nacional.

La historia novelada ha sido una forma atractiva y novedosa para conocer pasajes históricos de la vida de nuestro México y de otros países. Manuel Payno y Heriberto Frías, escritores de renombre, nos han legado “La noche del 15 de Septiembre” y “La toma de Chapultepec”, respectivamente.

Con el trascurrir del tiempo, la tecnología avanza y las radionovelas históricas causan impacto desde “El Carruaje” hasta “Estampas de la Revolución“ entre muchas otras se difunden a una mayor audiencia y aquí algunas partes salpicadas con dramatizaciones.
Finalmente las telenovelas históricas llevan al punto climático de los enfoques históricos como: “Al  Vuelo del Águila” y “Senda de Gloria”

A partir de creaciones literarias históricas presentadas en forma narrada han surgido películas y corridos, aún cuando estos últimos se empeñan en presentarse en forma versificada, surgen de relatos cuyo origen está en la narrativa.

Una vez señalada la importancia de la Narrativa en la Enseñanza de la Historia,  regresemos a la historia de México, específicamente al período histórico que se conoce como Independencia, el cual estrictamente hablando, inicia el 16 de septiembre de 1810 cuando Miguel Hidalgo da el llamado "Grito de Dolores" y termina el 27 de septiembre de 1821 con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México. Las causas que motivaron el movimiento independentista fueron tanto internas como externas.
Entre las causas internas encontramos:
La sociedad novohispana estaba dividida en varios estratos, cuya posición estaba condicionada por cuestiones de orden económico, cultural y político. Una de ellas era su papel respecto a la posesión de los bienes económicos. Había un grupo muy pequeño de personas que controlaban la mayor parte de la riqueza, mientras que la gran parte de la población era pobre. Los pueblos indígenas debían pagar un tributo al gobierno y estaban sujetos a un régimen de autoridad que, por ambiguo, provocaba numerosos enfrentamientos entre españoles peninsulares, criollos y mestizos.
Si bien es cierto que existieron rebeliones remotas donde las ideas independentistas y de libertad surgieron, éstas fueron sofocadas, así encontramos que en 1570 el esclavo negro Gaspar Yanga, convenció a un grupo de esclavos de prender fuego a los campamentos españoles para liberarse de ellos, hartos de las condiciones infrahumanas a las que fueron sometidos. Otro movimiento reconocido fue el que protagonizó Jacinto Canek, indígena maya que encabezó una rebelión en Mérida, el 20 de Noviembre de 1761, consiguiendo la libertad de un numeroso grupo de indígenas. Iguales descontentos se manifestaron en Zacatecas, la Ciudad de México, Pachuca, Hidalgo y en Tepic, Nayarit en el año de 1801.
El referente histórico de la Independencia de México es 1810, y hay que  subrayar que dos años antes, se comenzaron a gestar las acciones para iniciar dicho movimiento.

El fraile Melchor de Talamantes, quien participó en la Junta de Gobierno de México durante 1808, es reconocido como precursor de la Independencia de México, ya que afirmaba que el territorio mexicano, por tener "todos los recursos y facultades para el sustento, conservación y felicidad de sus habitantes", podía hacerse independiente y que, además de posible, la independencia era deseable porque el gobierno español no se ocupaba del bien general de la Nueva España, como se ocuparía un gobierno libre, constituido por mexicanos.
Todos estos acontecimientos junto con el de 1810, tuvieron un antecedente pacífico sin obtener resultados favorables para los interesados, por lo que decidieron pasar a las acciones sangrientas y bélicas.
Ahora bien, dentro del contexto mundial, es a principios del siglo XIX, que se comienza a dar en el mundo un fenómeno de independencia por parte de los territorios colonizados y México no fue la excepción.
Desde finales del siglo XVIII, la Revolución francesa, y la independencia de Estados Unidos. proclamaron la igualdad de los hombres ante la ley y dieron amplias libertades a los ciudadanos; una categoría que nacía precisamente con el iluminismo francés. Desde luego, estas ideas no eran del todo desconocidas en las colonias españolas. Se sabe, por ejemplo, que el cura Miguel Hidalgo era simpatizante de la Ilustración, y que muchos de aquellos que participaron en la Guerra de Independencia de México conocían con mayor o menor profundidad las ideas del liberalismo. Por esa época la élite ilustrada comenzaba a reflexionar acerca de las relaciones de España con sus colonias. Los cambios en la estructura social y política derivados de las reformas borbónicas, a los que se sumó una profunda crisis económica en Nueva España, también generaron un malestar entre algunos segmentos de la población.
En 1808 el Rey Carlos IV de España abdicó en favor de su hijo Fernando VII, sin embargo Napoleón Bonaparte le obligó a renunciar también a la corona española y así convertir a José Bonaparte en rey. Al no ser España un país independiente surge la ironía: ¿cómo se puede ser esclavizado por un país que está siendo invadido por otro?. La idea detrás de este pensamiento era liberarse del gobierno español y dejar de ser un virreinato.
La ocupación francesa de la metrópoli en 1808 desencadenó en Nueva España una crisis política que desembocó en el movimiento armado. En ese año, el rey Carlos IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, que dejó la corona de España a su hermano José Bonaparte. Como respuesta, el ayuntamiento de México —con apoyo del virrey José de Iturrigaray— reclamó la soberanía en ausencia del rey legítimo; la reacción condujo a un golpe de Estado contra el virrey y llevó a la cárcel a los cabecillas del movimiento.
A pesar de la derrota de los criollos en la Ciudad de México en 1808, en otras ciudades de Nueva España se reunieron pequeños grupos de conjurados que pretendieron seguir los pasos del ayuntamiento de México. Tal fue el caso de la conjura de Valladolid, descubierta en 1809 y cuyos participantes fueron puestos en prisión. En 1810, los conspiradores de Querétaro estuvieron a punto de correr la misma suerte pero, al verse descubiertos, optaron por tomar las armas el 16 de septiembre en compañía de los habitantes indígenas y campesinos del pueblo de Dolores (Guanajuato), convocados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.

Puede intentarse una división del movimiento independentista en cuatro etapas:
La primera que iría desde el Grito de Dolores hasta la batalla del Puente de Calderón en 1811. La muchedumbre dirigida por Hidalgo, con su famoso estandarte guadalupano, peleaba con más pasión que estrategia. Al inicio de la guerra se llamó a las “armas” a un numeroso grupo de indígenas, dichas armas consistían en lanzas, machetes, arcos y flechas, hondas y garrotes y el lema grabado en el estandarte era incluía un ¡Viva Fernando VII!, el cual sería señalado posteriormente por Allende como una pantalla.
Cuando el cura de Dolores llegó a la batalla del Puente de Calderón, sus fuerzas se calculaban en cien mil hombres, todos ellos criollos, indios, mestizos o pertenecientes a las llamadas castas. Los realistas, defendieron la causa con tibieza y se calcula que el ejército era de menos de 50 mil hombres.
Hidalgo con su manera de convocar al pueblo a recuperar su libertad, las palabras con las cuales persuadió a la gente, su ánimo libertario y la convicción con que asumió su causa, transformaron al 16 de septiembre en una fecha simbólica, plena de identidad para la nación mexicana incluso antes de saber cuál sería el desenlace de la lucha.
En septiembre de 1812, apenas un año después de la muerte del cura sus compañeros y bajo el auspicio de Ignacio López Rayón, intelectual insurgente que tomó el mando del movimiento luego del fusilamiento de Hidalgo, tuvo lugar la primera celebración del “Grito de Dolores” con una pequeña ceremonia cívica en Huichapan. Es importante mencionar que el texto del Grito ha sido alterado sirviendo a los intereses del gobierno respectivo, incluyendo el “Viva México” ya que aún no se determinaba el nombre del futuro país independiente.

2 comentarios:

  1. Felicidades Lucy muy bien estructurado tu texto, veo que leiste a la autora y que dedicaste tiempo a tu actividad.
    Felices vacaciones

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  2. Luci, me agrado mucho tu narrativa, es muy amplia y especifica. Tomare mucho de tu texto.

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